Aparecen sentimientos encontrados cuando abordas el último tomo de una saga. Por una parte está el ansia por saber el final. Miles de páginas que desembocan en un cénit que dará sentido a todas las horas vividas frente al papel. Por otra parte está el miedo a que, dicho final, no te despeje todas las dudas que han surgido a lo largo de la historia. También está la pena de abandonar esos personajes con los que has recorrido infinidad de mundos y aventuras.